La tasa de embarazo en menores en Argentina asciende al 19%, por eso es importante dar visibilidad a este tema un día como hoy, en el día de la prevención del embarazo adolescente.
El embarazo no intencional constituye un enorme y grave problema dentro del campo de la Salud Pública en general y para la mujer en particular. No solo porque se asocia a una mayor morbilidad y a mayor riesgo de complicaciones, tanto para la madre como para el feto, sino porque un alto porcentaje de estos embarazos terminan en abortos.
Un embarazo no intencional es muchas veces un hecho disruptivo en la vida de la mujer, pero más aún si se da en la adolescencia. Hablamos de embarazo adolescente cuando el embarazo se da en mujeres de entre 10 y 19 años.
En el mundo, se calcula que más del 40% de los embarazos son no intencionales. En nuestro país (según datos del 2018 del SIP-G sistema de información perinatal, MSAL) al menos 63,5% de los embarazos son no planificados, donde en un 72% de los casos no se usaba un método anticonceptivo. En adolescentes la cifra de embarazos no planificados es aún mayor, asciende a casi 70%.
Respecto al embarazo adolescente, ¿de qué cifras estamos hablando en nuestro país?
Según esta misma fuente en Argentina la tasa de embarazo en adolescentes es del 19.2%, pero, como en otros indicadores de salud, hay enormes disparidades por región. Esta cifra, aún elevada, ha ido bajando afortunadamente en los últimos años, pero siempre con disparidades entre regiones, y citando a Viviana Mazur, manifestando una relación estrecha entre pobreza y fecundidad adolescente.
Entre 2014 y 2019, según los últimos datos disponibles de la Dirección Nacional de Estadísticas e Información de la Salud, los embarazos adolescentes descendieron un 39% (pasaron de 116.952 a 71.741) en promedio, con diferencias según la provincia. Por ejemplo, en Santiago del Estero bajaron un 24% en esos cinco años, mientras en la ciudad de Buenos Aires la cifra cayó un 59%: de 2857 a 1173. A su vez la cifra en menores de 15 años es de un 0,7%, la cual muchas veces refleja situaciones de coerción y abuso.
Aún no tenemos cifras post pandemia, pero la sospecha es que las cifras de embarazos no intencionales podría aumentar dada la barrera que la situación generó al acceso a los métodos anticonceptivos más usados.
El sistema de Salud intentó rediseñar estrategias, como por ejemplo, la consejería anticonceptiva por telemedicina y avalar la extensión en el “vencimiento” de los implantes y dispositivos intrauterinos, pero éstas pueden haber sido insuficientes.
Un informe técnico de Unfpa del junio de 2020 sobre el impacto de la pandemia de Covid-19 en el acceso a los métodos anticonceptivos en la región por la restricción de los servicios de salud proyectó que «en el mejor escenario» (la cuarentena no se extiende más de seis meses), habrá un retroceso equivalente a 20 años.
¿Cómo se previene el embarazo adolescente?
Es complejo, nunca podríamos hablar de una sola forma de prevenirlo. A su vez no todos los embarazos adolescentes son no planificados. La solución probablemente deba involucrar y comprometer a toda la sociedad, así como al sistema educativo y de salud.
No basta con contar con la provisión gratuita de un método anticonceptivo, hay que pensar en la educación sexual integral (ESI). Además de prevenir el embarazo, debemos educar en conductas sexuales seguras, respeto al propio cuerpo y al de los demás, y prevención de abuso.
Una de las estrategias con mayor impacto en cifras es lograr aumentar el uso de los métodos anticonceptivos de larga duración reversibles, que son el DIU, el SIU y los implantes anticonceptivos.
Otra, es la provisión de un método anticonceptivo inmediatamente post evento obstétrico (AIPEO). Es decir, que la adolescente o mujer deje la institución de salud post parto, cesárea o aborto con un método que ella elija, por ejemplo, un DIU colocado. De esa forma se evitan perder oportunidades de anticoncepción en mujeres con acceso dificultoso, ya que, de acuerdo con datos del Plan Nacional de Prevención del Embarazo no Intencional en la Adolescencia (Enia) 2017-2019, una de cada cuatro chicas que tuvo su primer hijo precozmente tendrá el segundo antes de cumplir 19 años.
En el 80% de las maternidades públicas del país, el 29% de las adolescentes fue madre por segunda o tercera vez antes de los 20, de acuerdo con las estadísticas nacionales. El Plan Nacional de Prevención del Embarazo no Intencional en la Adolescencia (ENIA) en nuestro país trabaja hace un tiempo en esas estrategias, entre otras.
¿Cuál es el mejor método anticonceptivo para un adolescente?
Será aquel que la adolescente esté motivada para usar, sea capaz de obtener y usar correctamente en el tiempo, garantizándonos así su eficacia. No hay restricciones para el uso de un método anticonceptivo solo por la edad.
A pesar de la vigencia de las pastillas, en la vida real, su eficacia depende de la responsabilidad de la usuaria y pueden fallar más que otros métodos como el implante anticonceptivo y los métodos intrauterinos.
Éstos, implantes, DIU y SIU son los llamados métodos anticonceptivos reversibles de larga duración (LARCs, según siglas en inglés), serían de primera línea de recomendación. Tienen menos del 1% de falla, y su eficacia no depende de la conducta de la usuaria, y se mantiene en cualquier situación.
Desde ya que finalmente el método usado será el que decida la usuaria. En pandemia, es muy importante seguir garantizando el acceso gratuito a los métodos anticonceptivos, es un servicio esencial, el cual la OMS ha instado a garantizar.
¿Cuáles son los derechos de los adolescentes en materia de educación sexual, información y prevención?
Afortunadamente Argentina es un país en el que disponemos de un marco legislativo favorable para garantizar el derecho de los adolescentes a acceder al sistema de salud en forma autónoma, sin obligación de acompañamiento de un adulto y en el marco del respeto de la confidencialidad, lo cual además queda explicitado en el nuevo Código Civil (Ley 26.061y 25.673; Artículo 26 del Código Civil y Comercial). Esto incluye el derecho a recibir anticoncepción si así lo requiere el adolescente, quien debe ser asesorado y provisto de los métodos en forma gratuita.
La implementación de un programa de Educación Sexual Integral en las escuelas (Ley 26.150) y el derecho a la educación en las adolescentes durante el embarazo y lactancia (Leyes 25.808 y 25.273) también estarían garantizados, dado que lamentablemente la maternidad adolescente es una de las principales causas de deserción escolar. El desafío pasa por poder dar a conocer a la sociedad y profesionales médicos este marco legal, así como eliminar las tantas barreras existentes.
Nadie puede estar en contra de la anticoncepción. Las mujeres tienen derecho a disfrutar su sexualidad y decidir si quieren tener hijos, o a decidir cuándo es el mejor momento para tenerlos. Dar buena anticoncepción es la mejor forma de prevención de embarazos no intencionales y del aborto.
Todas las personas deben tener la educación suficiente para conocer los métodos disponibles, poder acceder a ellos, en lo posible gratuitamente, y contar con un asesoramiento profesional que ayude a decidir el mejor método para esa persona, en base a sus preferencias, creencias, condiciones de salud y disponibilidad.
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